Suave como terciopelo
me besas con labios de seda,
me humedeces con caricias delicadas,
tan dulces, casi femeninas...
Sin embargo tu respiración es de un animal macho
que me embiste sin prudencia,
abriendo senderos con su saliva.
Entras sin permiso
en la virginidad de mis tierras.
Y mi selva te recibe,
-todo en mí tiembla-
porque tocas con tus dedos
mi corazón llagado.
Porque erectas mi deleite con tu boca.
Elijes ver a mi alma escondida,
-le sonríes-
me envuelves con la luz esperanzada de tus ojos,
y mientras la cópula se hace carne y viento,
el abrazo roza el infinito...
© 2008 by Orquídea
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