Cuando me habitas,
soy la tienda
en la que puedes desaguar tu luz de hombre,
soy el cáliz que te nutre de agua fresca,
soy la calma que aliviana tu abandono.
Cuando te habito,
eres el cuerpo de mi hogar sin nombre,
eres dulzura que irriga mis alas,
eres la orilla de mi vida nómade.
La unidad de nuestra carne crea destellos
y el destello aniquila pesadillas
la violencia se hace mansa entre los labios
el pasado se deshace sin astillas...
Fusión de lluvias y de tierras
tormenta íntima de los sentidos
la voz sincera despojándose de abrigos
sólo la entrega coronando nuestras almas...
Y el milagro del encuentro trae el amor
y el amor desvanece las heridas
y las heridas se abren como puertas nuevas
para vivir la vida buena, renacida...
© 2007 by Orquídea
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