viernes, 14 de septiembre de 2007

Pócima Nº 63: El Hechicero

Aguas oscuras espejan nuestra noche
y tus ojos imantan mi vestido
como polen dulce me acerco a tu nombre
y lo dibujo en el aire sin sonido.
Es sólo un susurro por ahora,
un secreto que mi alma amasa,
en arcilla blanda, mezclada con pétalos y anhelos
canela y miel...fuego lento que me abraza.
Bañada estoy en tus ojos brujos,
mientras mojo mi lengua con café
imaginando tu aliento hasta hacerlo carne
cuerpo de mi cuerpo
alas de mis manos.
Tus pupilas han quedado en las mías
encendidas como chispas claras
y tu acento se desliza entre mis senos
como poemas de Neruda
cabalgando entre mis sábanas.
Tu mirada estremece mi silencio
entras en mí sin permiso
dejando huellas en mi vientre,
tus pies desnudos me caminan
diseñando un mapa nuevo.
Soy la que te espera hace siglos
y te busca entre la gente
sedienta de tus abrazos
hambrienta de tu simiente.
Laberintos de mí misma se abren
como gajos de mi esencia -sin miedo-
para recibirte y bendecirte
como rey de mi universo
con el néctar de mis flores rojas.
Mi rocío de mujer será para tu boca
y todos mis saberes serán para sanarte
caldero y cáliz seré para tus sueños
lluvia y agua para refrescarte.
Altas montañas nos separan
lejanos días, extranjeros,
y...sin embargo hay una magia latiendo en la atmósfera,
un clima húmedo que me transporta a tus brazos,
algo imparable que viaja con el viento,
un puente extraño que se hace vida y palabra.
Debo confesarte algo:
Te amo desde antes de conocerte.
Te espero desde antes de esperarte.
Te siento en el pulso de mi alma
y te ofrendo mi luz en la sombra de estos versos.
Soy bruja sin brújula danzando
desde el fuego sagrado de las hembras
como una Machi golpeando su kultrún
yo golpeo el corazón de tus puertas;
canto mantras y melodías de azúcar
a los cuatro puntos cardinales,
a la luna, al sol,
a las semillas,
pidiendo permiso para germinarte;
a la tierra, a las piedras,
al destino,
a los guardianes del arte,
extensa como los cóndores,
rezando por encontrarte,
por volar hasta tu pecho,
y enraizarme allí, sin prisa
debajo de tu armadura
acariciando tu piel
justo enfrente de la cerradura
que abre tu misterio hechicero.
(Si me aceptas, y me permites las llaves, entraré con muchísimo cuidado, seré muy suave en mi andar, jamás te lastimaré, te regalaré las estrellas que pulsan en mí,
y te leeré todas las noches El cantar de los cantares.
Ungiré tu piel con mirra...y sabré escuchar con amor, todos tus desvelos.)
© 2007 by Orquídea

1 comentario:

...Hijo del Quijote dijo...

Al leer desta pócima... nace inevitablemente el deseo de ser un Hechicero.

Bello Dama, muy bello.

Su pluma arde desde la suya siembra,
que le viste el alma de hechizos
que le acopia este templo que erige
y que tan bien viste con muros de versos.

Afectos, miles.

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