La tarde se desboca como un caballo rojo
y se torna nítida, salvaje
como el musgo húmedo que cubre tu recuerdo.
La siesta se derrama lenta, pausada,
y suelta...una a una, las gotas espesas de tu esperma,
sin prisa, como frutos únicos, sagrados,
que mis labios anhelan rozar
y mis desiertos beber hasta encarnar el alma del rocío...
Cierro los ojos imaginando tus manos
y tu boca ancha mordiendo mi cordura,
hundo mis raíces en el blando vientre de esta tarde
girando entre reflejos rubíes
extendida sobre el mar de los deseos
-desnuda-
abriendo mi corazón
como se abren las semillas al sabor de las tormentas.
© 2007 by Orquídea
1 comentario:
Hermosa pócima y bello monólogo con la tarde...
Besos, Monique.
Publicar un comentario