sábado, 27 de octubre de 2007

Pócima Nº 73: Besos

Dedicada a la noche de luna llena en tauro, a M. A. y a la magia gitana...
Como el agua horada la roca
asi llegaron tus besos a mí.
No fue sólo sentir que mis labios se abrían
para recibir a los tuyos en perfecta amalgama.
Fue mucho más que eso.
Fue sentir que el mar embravecía en mi boca
y que con tu lengua rompías candados y penetrabas fortalezas,
rescatando princesas agonizantes y perlas atragantadas.
Tus besos fueron como canciones gitanas,
ígneo flamenco encendiendo mis caderas.
Bendiciones de tu Hálito
Líquidos en movimiento
Trenzas de sol y de luna
en la noche del deseo.
Besos de agua, de tierra,
de búsqueda de lo infinito.
Besos que encadenaban
nuestras magias y hechizos.
Besos que nos liberaban
del ardor del camino.
Besos
Besos
y más besos...
refrescando nuestros pies de peregrinos
Besos
Besos
y más besos...
cocinando los manjares del destino
Besos
Laaaaaaaaaaaaaaaaargos
Extendidooooooooooooos
Profundos como el misterio de tus ojos moros
oscuros como el ojo de la misma madrugada...
Nos besamos tanto
hasta perdernos juntos,
hasta encontrar las alas capaces de germinarnos.
Buscábamos nuestras bocas
como un lactante busca el pezón de su nodriza,
con esa necesidad, con esa ceguera,
con esperanza
-desesperados-
abrigando con las lenguas nuestro desamparo...
voraces,
pequeños,
diminutos,
hasta desaparecer uno dentro del otro...
Hasta tragarnos tanto, con tanto hambre,
que cuerpo y alma
comulgaron en espíritu.
Carnes temblorosas, miedos descuartizados.
Cuchillos transformados en anillos de oro.
Nuestra cama de fuego custodiana por escorpiones
la intensidad rojiza emocionando hasta soltar venenos,
y queríamos pegarnos más, más estrechamente, no nos alcanzaba el cuerpo
ni la embestida de la penetración, queríamos más, necesitábamos más,
trascender los límites de la materia,
penetrarnos mucho más allá de los mundos.
Conocer esa unidad que tanto añora nuestro ser.
Mis dos bocas recibiendo a tus dos lenguas,
voraces, erectas, colmadas de licores ,
latidos tan cercanos, oyéndose con devoción
degustando uno a uno sus sabores...
Y en el pulso medular de la fusión extrema ,
cuando la luna alzó su grito en celo
cuando desaguaste en mi boca tu voz de hombre
y desagué en tu boca mi voz de hembra
no fuimos más que dos corazones sin sexo,
buscando la pureza del amor más básico.
© 2007 by Orquídea

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