Mi desierto se abre
después de tu mordida
liberando mantiales
escondidos
de aguas dulces
frutas
flores
y mieles.
El silencio se convierte
en sonido de loba
que aúlla
celebrando el placer
de ser plenamente
hembra.
Cuando tu lengua
entra en mi boca
y se mueve lenta
y profunda
-como una serpiente macho-
todo lo estancado
comienza a circular
como un canto
sagrado.
Todo lo cruzado
se descruza
y la danza
nace abierta
de pies y manos...
Tu boca feroz
se come
mis miedos
y hace brotar de mí
los gemidos más
pequeños
casi imperceptibles
como quiebres
de mí misma
como quejidos
como rupturas
y así me besas
hasta los recodos
más oscuros
llenando mis sentidos
de dulce tortura
y entonces ya
el gemido
deja de ser susurro
y se convierte
en alarido
en grito
en rugido
de leona
Leona en celo
clamando
enérgica
por el semen
de la Vida.
© 2007 by Orquídea
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