Hay un hombre que arde
en mi memoria
Su saliva aún humecta mi entrepierna.
Una noche me dijo que iba a libar mi clítoris
subiendo mis latidos
desde el vientre hasta la cabeza...
que jugaría con sus dientes
en mis labios menores,
que me los estiraría y mordería
con mucha dulzura...
que mi miel no iba a parar
de manar nunca...
que mi miel le llenaría su boca,
su cara, su nariz y le chorrearía por el pecho...
que luego de hacerme acabar mil veces
me daría un eje de una vez y para siempre...
un eje suave, rosado, venoso, caliente,
generoso, curvo, grueso, largo y latiente...
En honor a él...a su poesía... su erotismo
a su ácida ausencia en mi vida...
y su exquisita presencia
como preciosas pocas gotas elegidas...
abro mi sexo como nunca antes
y empiezo a escribir Pócimas Eróticas...
© 2007 by Orquídea
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